Este viernes se intercambiaron recomendaciones y situaciones que se presentan en el periurbano de Rafaela, mientras los proyectos de nuevas ordenanzas duermen en el Concejo, generando pesadillas entre quienes dependen de alguna modificación para sostener su actividad productiva y económica. Antes de fin de año se volverán a encontrar.
Mientras en el Concejo Municipal sólo hay silencio sobre el destino del sector rural rafaelino, ya que luego de la presentación del proyecto de ordenanza oficialista de la Dra. Brenda Vimo, el rechazo técnico llevó al olvido a la iniciativa, que pretendía dejar sin posibilidad productiva real a mil metros desde el límite con la ciudad, además de otras restricciones en los siguientes mil metros.
Hace dos meses se sumó el proyecto de Lisandro Mársico que respeta los 200 metros de prohibición de aplicaciones, pero que con más controles pretende sostener a una actividad productiva fundamental para la ciudad. Sin embargo, las elecciones del 14 de noviembre no parecen dar tiempo suficiente para que con la conformación actual del Concejo se pueda debatir y votar el tema, antes del 10 de diciembre, estando pendiente una presentación por parte del bloque Cambiemos.
Los productores no se quedan esperando que los concejales definan su futuro, sino que siguen trabajando para mejorar el vínculo con la ciudad, sin existir incumplimientos a la normativa vigente, tampoco problemas de salud reportados en el Hospital Jaime Ferré, pero entendiendo que con mayor apertura de la actividad, mayor flexibilidad en la tarea tenderá a reacoplarse el campo con su núcleo social.
El encuentro estuvo encabezado por el Ing. Jorge Villar, director de la Estación Experimental Agropecuaria Rafaela, los ingenieros Verónica Sapino y Juan Picco, de Producción Vegetal; y Luis Romero de Producción Animal, quienes presentaron ejemplos de trabajo de lo que se viene haciendo en localidades como Marcos Juárez y Oliveros, donde la ciencia se impuso a las intenciones y consiguió ordenar con lógica la transición urbana-rural, con mucho diálogo y criterio técnico, que es lo contrario que se intenta en Rafaela.
Picco explicó que en el campo Williner, el lote alquilado que está sobre Bv. Lehmann y el camino de Apadir, desde hace 20 años no se puede aplicar nada, no siquiera fertilizantes, se hace alfalfa en el límite y un poco más lejos de la calle trigo. Es suelo de calidad 2 que con muchas estrategias y buen manejo produce de manera óptima, generando hasta 35 rollos por hectárea, con siembra doble en rombo.
Claro que esto no se puede conseguir en todos los casos, tampoco se puede pretender que esta sea la constante en cuatro mil hectáreas a la redonda, es por eso que las estrategias deben estar orientadas a la utilización de la agroecología, de los productos de síntesis y biológicos en la medida de las necesidades, cumpliendo con las buenas prácticas, pero sobre todo en una transición en tiempo, no drástica, ni con formas prohibitivas como se intenta imponer desde la bancada oficialista.
El INTA mostró el trabajo que se está desarrollando en la Unidad de Producción Lechera Intensiva, que es el tambo ubicado detrás de la Planta de Cemento del Municipio y cercano a otras industrias. Allí el manejo sin aplicaciones también es fundamental, pero claramente que requiere un trabajo de medición de rendimiento para que no caiga la producción.
Son nueve tambos los que definen su futuro y continuidad si una ordenanza prohibitiva sale del Concejo Municipal y es sobre ellos que hay que enfocar la mirada en primer término, por el impacto social que tiene este tipo de unidad productiva, mientras que en la agricultura, su rendimiento y rentabilidad serán los que definan hasta que punto esa tierra sigue produciendo o se transforma en un loteo.
En el encuentro en el que Rafaela Noticias fue el único medio presente, el INTA ofreció contribuir a aportar información dentro de los sistemas productivos, poniéndose a disposición para identificar y resolver problemas puntuales que presente cada productor.
“La caída de la productividad se debe compensar con la caída de los costos. La incógnita es llegar a una estabilidad del sistema”, dijo Villar.
Sabiendo que minimizar impacto ambiental genera una conciencia distinta y sobre eso viene trabajando Productores Unidos, se entiende que los campos de los productores no pueden ser experimentales, por lo tanto cada paso que se dé tiene que tener certeza científica y concreta.
Finalmente se les acercó a los presentes también la disponibilidad de estrategias para desarrollar alternativas de turismo rural. Pensar al campo como unidad de producción que siga haciendo lo habitual, pero que también en algunos casos pueda incorporar comodidades o propuestas para el turismo rural, para atraer a la cuenca lechera visitas de proximidad, alternativas, para disfrutar del entorno natural, de la producción amigable con el ambiente, mostrando las actividades y generando sustentabilidad en todo sentido.
Productores y el INTA volverán a reunirse antes de fin de año, ya con opciones puntuales para cada planteo, sobre las modificaciones en la Ordenanza parece no haber tanta expectativa y mucho menos positiva.
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