Santa Fe rasca la olla y achica las asistencias financieras por sequía

La provincia “invencible” atraviesa momentos complejos por la sequía y demuestra que siempre las reacciones son negativas para el sector productivo recortando ahora las ayudas de fondos provincial en más del 40 por ciento.


Por Elida Thiery (Bichos de Campo) - Tres años de ciclo seco, dos campañas gruesas complicadas en la principal región productiva, pero fue este verano de 2023 el de más notorio golpe para la agricultura santafesina con pérdidas que son difíciles de estimar, teniendo en cuenta que hay productores que han sembrado hasta en tres etapas los cultivos gruesos, simplemente para poder tener alguna reserva invernal.
Mientras en el norte del territorio siguen faltando los auxilios mínimos como el del acceso del agua para ganado, en el resto de la provincia las lluvias de la semana anterior marcaron el final de la sequía, pero quedando muy lejos la solución productiva.
Emergencia declarada, homologada por la Nación a mediados de enero, puestas en escena políticas de visitas a pocas zonas afectadas y lagunas en las decisiones que se secan por la incoherencia.
Era 23 de enero, cuando la presión de las instituciones vinculadas al campo llevaba a un anuncio de asistencia financiera por un monto total de 700 millones de pesos para productores afectados por sequía, dedicados a la producción agrícola extensiva, ganadera (leche- carne) y mixta (agrícola- ganadera).
Con un sistema ya utilizado, incluso para fondos por emergencia ejecutados con mucha demora el año pasado, el Ministerio de la Producción lanzaba este fondo canalizado por las asociaciones para el desarrollo, que son entidades compuestas por comunas y municipios para mejorar el acceso a créditos y beneficios regionales. Se anunciaban créditos por 700 mil pesos como máximo por productor, sin intereses y devolución en 12 cuotas. Un esquema de fondo rotatorio, con un beneficio porcentual para cada asociación, era muy necesitado por los productores y las demoras de las lluvias y de los pagos, generaron más incertidumbre.
Con prioridad para quienes previamente no habían recibido otras ayudas de la provincia, se ponía en marcha una inscripción rauda hasta el 3 de febrero, para destinar los fondos a la compra de insumos o servicios, e incluso a obras vinculadas al manejo del agua, teniendo en cuenta que en todo el territorio falta infraestructura hidráulica general y en los campos en particular.
Pasó el tiempo, los inscriptos esperaron y esta semana llegó un anuncio inesperado en la provincia que cerró 2022 con un superavit de 32 mil millones de pesos, con una falta absoluta de inversión en obras, en educación, en seguridad e incluso en salud, con aumento visible de las condiciones socio-económicas de la población más vulnerable.
Luego de mencionar que la solicitud del crédito había sido aprobada, se agrega lo siguiente. “Las solicitudes se hicieron por el monto de $700.000 pero el Ministerio de Producción ha decidido otorgar créditos de hasta $400.000 por productor para poder llegar a una mayor cantidad de productores. Entonces es necesario que nos informe el monto que desea solicitar teniendo en cuenta el tope de $400.000 y si desea hacer la devolución en cuotas semestrales (cada 6 meses) o cuotas mensuales, para poder enviarle un detalle de cuál sería el monto a pagar”.
El productor que está apurado en comprar semillas o alimento ahora debe recortar en más del 40 por ciento su idea de auxilio para atravesar el invierno y debe seguir con trámites y papeleo que se le vuelve a solicitar.
Hace dos semanas la Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe le recordaba en una conferencia de prensa al gobierno de Omar Perotti que no se estaban cumpliendo con las ayudas combinadas entre provincia y Nación, con lo cual la política debería haber optimizado el cumplimento de sus promesas, pero eso parece no estilarse.
Este martes se conoció una comunicación de la Comisión de Enlace santafesina donde se detallan las demoras y los incumplimientos y se enfatiza que “el campo santafesino padece una dirigencia política que no da respuestas inmediatas ni atinadas ante el desastre. Muchos políticos se han conmovido por las imágenes de los vacunos caídos en el norte provincial, pero dicha aflicción no ha tenido, como correlato, respuestas acordes para mitigar el drama”.
Agregaron que “la inacción de la dirigencia política no es inocua, el impacto de la sequía sería mucho más atenuado si se hubiese actuado con acciones concretas en los momentos oportunos. Ese desatino imperdonable lo vamos a padecer todos los ciudadanos, de esta provincia y de este país”.
Resulta llamativo que oficialmente este cambio de estrategia en las ayudas no se comunicó de ninguna manera, salvo puntualmente a cada productor solicitante.
Bichos de campo consultó a fuentes del Ministerio de la Producción que confirmaron el cambio de estrategia con la excusa de “llegar a más productores, porque son muchos los que necesitan ayudas”. En vez de disponer más fondos, directamente se recortan 300 mil pesos al tope del préstamo. La medida tampoco será suficiente para alcanzar a todos los que necesitan auxilio.
Los malos manejos son habituales, la política no se ruboriza ni en un año electoral y profundiza su pésima performance en el manejo de una de las provincias con más riqueza de la Argentina y siempre afecta a la producción.
Entre las demoras y el recorte presupuestario, por ejemplo en los tambos se deberá repensar la estrategia para llegar hasta la primavera. Un equipo de 35 rollos de 520 kilos de alfalfa cada uno, cuesta hoy 800 mil pesos, por lo tanto hoy si se pagara ya el crédito reducido, sólo se podría aspirar a comprar la mitad de la carga de un camión, que representa una mínima reserva para pocos días.
La producción agropecuaria está librada a su suerte, con una seguidilla de tres años de sequía, uno completo de emergencia declarada en el territorio, sin fondeo para tal fin y con desatenciones políticas que incluyen el cambio de reglas sobre la marcha a la hora de acercar créditos que puedan aportar un mínimo oxígeno.
El riesgo ya no está en la pérdida de producción, sino directamente en el abandono de la actividad que pueden hacer los productores.

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