Fitosanitarios: apostar a la educación, el conocimiento y la tecnología

En medio de un debate entre el cumplimiento de las reglas y otros intereses, hoy recorremos la mirada de dos bioquímicos. 

Por Elida Thiery (Rafaela Noticias) - Pasan los días después de la presentación de la Sociedad Rural de Rafaela sobre la intención oficialista de modificar la ordenanza que dispone el límite urbano-rural para la aplicación de fitosanitarios, de manera repentina y sin motivos claros, con una creciente tensión política dentro del Concejo e incluso intercambios inusuales entre un productor y vecinos del barrio San José. 

Puede ser casual la versión de una reunión política que ocurriera de manera reciente en ese sector de la ciudad, sin embargo lo más importante es seguir aportando información para conocer más sobre este tema. 

Fernando Manera es el bioquímico que la semana anterior intervino en la presentación de la Rural. Es asesor de diferentes gobiernos en la provincia de Córdoba, conferencista sobre contaminaciones químicas y microbiológicas en diferentes países de Latinoamérica, sobre la base de más de dos décadas de investigación en el área, es también profesor de posgrado en la materia ecotoxicología de la UCCórdoba, e incluso consiguió que se prohíban en el mercado algunos piojicidas tóxicos, años atrás. 

“La IARC (Agencia Internacional de Investigación del Cáncer) junto a otras entidades divide a las sustancias y actividades del ser humano en grupos, cancerígenos (grupo 1), probablemente cancerígenos que es el grupo 2A, que no tienen demostración) que es donde está el glifosato; y después está el grupo 2B que son los posiblemente cancerígenes, el grupo 3 que no lo son; y el grupo 4 que son probablemente no cancerígenos, donde sólo se ubica la coprolactama”. Esta calificación es compartida por la Organización Mundial de la Salud. 

Manera explica que “no se puede quitar a un químico o a una actividad del contexto global, porque se necesita vivir en el ambiente completo, donde también están los insecticidas del hogar, entre otros químicos. Por eso creo que apuntar a un solo químico sería como responsabilizar a la escherichia coli de todas las enfermedades infecciosas microbianas”.  

“El glifosato no es agua bendita, pero no se puede generar conflicto de intereses sin motivo claro”, dice el especialista que manifiesta no tener compromiso alguno con Bayer, Monsanto o cualquier multinacional o empresa ligada a la fabricación o venta de estos productos. 

Por lo tanto, en este contexto lo fundamental es “educar”. “Los fundamentalismos nos hacen entender que más que un problema toxicológico, esto es un problema político, porque si tenemos en cuenta que en el mundo el glifosato está permitido y recién en 2022 se va a rever en la Unión Europea, por ejemplo, tiene sólo en Francia cinco metros de exclusión para cultivos bajos como la soja y diez metros para los altos, como los frutales; y 30 metros en algunas zonas de Estados Unidos. Si en el mundo estamos usando los mismos productos, con las mismas características, ¿cuál sería el motivo de pedir una zona de exclusión de mil metros?”. 

Repasando en la charla el caso testigo del barrio Ituzaingó Anexo, en la ciudad de Córdoba, que generó el análisis durante 12 años de los casos de cáncer en toda la provincia, con énfasis también en las localidades de Canals y Monte Maíz, demostraron que en estos ejemplos no había más casos que en el resto de las localidades, cercanas o no a zonas productivas, refutándose las versiones mediáticas iniciales.   

“No hay que tener miedo, hay que aportar conocimiento, basándonos en trabajos científicos de publicación internacional que nos indican que hoy Dinamarca, Francia, Noruega, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelandia e Islandia están arriba en la cantidad de casos de cáncer por habitante. Pero la gente común no tiene por qué saber esto, por lo tanto si se ofrece información confusa, la respuesta seguramente será la del miedo, que es lo que está pasando”. En Sudamérica los casos están encabezados por Uruguay, Barbados, Guyana Francesa y después Argentina con 218 casos cada cien mil habitantes. 

Manera indica que estamos rodeados de riesgos, un cancerígeno es el arsénico en el agua y conoce los estudios más recientes en nuestra ciudad donde tres perforaciones aportaron resultados “muy por encima de lo recomendable”, e incluso el formaldehído para el planchado del cabello es considerado como cancerígeno por la IARC, al igual que el alcohol etílico o los anticonceptivos femeninos, o el propio sol.  

“Por todo esto no es coherente cuestionar a un solo elemento como responsable de los casos de cáncer”, concluyó. 

Sería entonces muy complejo que la obstinación corra un límite periurbano sin mayores motivos, tal como lo demuestra el trabajo de los ingenieros agrónomos que controlan cada aplicación por parte del Municipio. Una medida de este tipo que no tiene comprobación científica alguna sobre la salud de las personas a nivel local, podrían dejar improductivas y sin rentabilidad a más de 4.500 hectáreas que sólo tenderían a transformarse en emprendimientos inmobiliarios, como sucediera hace algunos años en Alta Gracia, provincia de Córdoba.  

 

Desde la bioeconomía 

 

Días atrás en el conversatorio “Confluencia de miradas sobre agricultura y territorio” organizado por la Universidad Católica de Cuyo, el bioquímico y  licenciado en Biotecnología y Microbiología Industrial, Pablo Nardone brindó su apreciación sobre los fitosanitarios y su utilización. 

“Dentro de la bioeconomía y la transformación que se necesita en relación con la dependencia que sigue existiendo con los fitosanitarios, hay que reconocer que con el transcurso de los años estos productos fueron mejorando y su uso se fue reduciendo, cosa que es muy importante por la acción del conocimiento y la tecnología”. 

Nardone explicó que los bioinsumos tienen un rol cada vez más preponderante en la producción de alimentos, donde también incluyó al control biológico de plagas, ya que “a partir del conocimiento sobre cómo funcionan los econsistemas se fueron encontrando insectos que pueden combatir afecciones sanitarias en algunos cultivos y así depender cada vez menos de los que comúnmente se llaman agroquímicos”.  

“En nuestro país cada vez hay un desarrollo mayor de estas estrategias y de hecho en el Ministerio de Agricultura hay una Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria, que se encarga no sólo del seguimiento de los organismos vivos, sino también de los extractos vegetales que se utilizan con efectos antibióticos muy importantes. A medida que vamos conociendo el uso de agroquímicos será cada vez menor y como contraparte el uso del elementos biológicos será mayor”. 

El especialista avanzó sobre la combinación entre semillas y fitosanitarios explicando que “las semillas hoy son paquetes tecnológicos que tienen muchísimo conocimiento puesto adentro”, por lo tanto el tratamiento de los cultivos no puede alejarse de mayores avances. 

“El glifosato, comparado con otros productos, es relativamente inocuo. Ha habido casos de intoxicación, sobre todo por el mal uso. Si uno toma una aspirina por día no hay problema, pero si tomamos 20 seguramente tendremos pronto una úlcera estomacal y la salud se irá deteriorando”. “El problema no es ni el glifosato, ni la soja transgénica, lo que hay que tener en cuenta es la forma en la que se hace la aplicación. Hay provincias que tienen la exigencia de la receta agronómica, como es el caso de Santa Fe y en ese caso el agrónomo es el responsable de cómo se administra”. 

Nardone entiende que “en esto las políticas públicas tienen que jugar un rol muy importante en el cumplimento de las normas”. 

Si bien el debate se restringe a veces al glifosato, a la multinacional Monsanto ahora como parte de Bayer, lo que se debe debatir tiene que estar en línea con el conocimiento. “Es muy importante que haya leyes que protejan el desarrollo del conocimiento”, aludiendo a la concreción de eventos transgénicos muy innovadores para la economía, desde soja resistente a la sequía, hasta el algodón resistente al picudo, que tienen base en el Conicet, las universidades públicas, que si bien generan organismos genéticamente modificados se dan sobre la base de la biotecnología, “el área de conocimiento más controlada del mundo”, los cuales tienen tres instancias de aprobación, pasando por Senasa, Conabia y ante los mercados internacionales, para analizar el impacto de la economía, donde por ejemplo el trigo transgénico no se avaló por poder afectar el intercambio comercial con nuestro principal comprador que es Brasil. 

“Yo estoy a favor de los eventos biotecnológicos, porque generan una mayor productividad. Tan importante como atender esto es controlar los desperdicios de alimentos”, que según el profesional es uno de los grandes flagelos a nivel mundial que podrían revertir márgenes de pobreza y desnutrición, comenzando por nuestro país. 


https://elidaporelcampo.blogspot.com/2020/08/fitosanitarios-la-rural-y-el-inta.html


https://elidaporelcampo.blogspot.com/2020/08/rafaela-se-prepara-para-volver-debatir.html

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