Las mujeres rurales “heroínas invisibles” fortalecieron sus mensajes y derechos en un Foro Internacional
Por Elida Thiery - La ruralidad en la Argentina es tan diversa como su geografía. Desde la Puna, a la Patagonia, en Cuyo o el Litoral, cualquier destino descrube una manera diversa de vivir, de producir, pero en cada lugar coinciden las inquietudes, los problemas, la voluntad, el empeño y la convicción de seguir adelante.
Aunque a veces menos audibles o visibles, son las mujeres las que motorizan los campos en las regiones más productivas y sobre todo en los destinos más inhóspitos. Son ellas las que empujan a esa ruralidad y empiezan a despegar en sus objetivos.
El sábado anterior en el ciudad de Santa Fe, el Museo de la Constitución, se hizo el 1° Foro Internacional de Género y Ruralidad, que recibió a más de 200 mujeres de todo el país, esas que hacen a la ruralidad diversa y que compartieron experiencias, vivencias, inquietudes y también recibieron mensajes de aliento para seguir con más firmeza hacia adelante, además de ser muchas reconocidas en lo que fue la 3° edición de los premios Lía Encalada, organizados por la Asociación Civil Mujeres de la Ruralidad Argentina.
Ellas, que además de producir, no dejan de cuidar a sus familias, de atender a sus hogares y de hacer los malavares que significa la vida en un país donde la planificación sigue siendo un desafío, pudieron ver más allá de lo que las atraviesa cada día, escuchando a referentes locales, a representantes en ámbitos políticos, de entender las necesidades de sustentar todo en normativas que aseguren los avances. Con miradas internacionales se avanzó en pensar soluciones conjuntas y sencillas.
Paulina Carrasco fue presidente de la Asociación de Productores de Leche de la Región de los Ríos y forma parte del Consorcio Lechero de Chile, es una importante referente del sector en su país. Heredando la tradición de su abuela que empezó ordeñando ocho vacas y sostuvo a toda la familia, siguió el legado de su padre y hoy con uno de sus cuatro hijos, está a cargo del tambo Agrícola Cocule, donde ordeña 350 vacas y suma 2,7 millones de litros de leche al año.
“Nuestra esencia es lo que nos hace únicas y por eso es importante poder escucharnos”, para poder “hacer click, empoderarnos, poder afrontar la representación”.
Sabiendo que “la ruralidad tiene un tiempo y un espacio distintos, en nuestras comunidades y en nuestros países”, planteó que “los agricultores jugamos un papel muy importante en la seguridad alimentaria, además las mujeres tenemos un papel importante en el cuidado de nuestras familias, pero sobre todo en el cuidado del suelo, del agua, la biodiversidad, entonces, sin jóvenes no lo vamos a poder seguir haciendo”.
“Uno de los desafíos estructurales es frenar el éxodo de nuestros jóvenes, porque nos vamos quedando sin otra generación para seguir el hilo”. Sugiere así “reencantar a los jóvenes, hacerlos participar de las organizaciones, que se atrevan. Está despertando la voz de las mujeres, se ve en nuestros países. Estamos con esa fuerza y hay que aprovecharla”.
Simone Silotti, fundadora en San Pablo de la ONG “Haz un bien increíble”, a partir de la que busca el apoyo de grandes empresas para comprar la producción de pequeños productores y donarla con una logística inteligente a quienes más lo necesitan, combatiendo así la desnutrición y el hambre, en los entornos de una de las ciudades más populosas de Brasil. El proyecto comenzó con una tonelada de alimentos producidos por ella misma en un invernadero, pero la semana pasada ya llegó a 450 toneladas que involucran a más de 250 productores. Ahora avanza en una estructura de formación y vinculación de cooperativas que está iniciándose, con el apoyo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Simone entiende que “la actividad agrícola es muy solitaria, pero juntos tenemos un poder enorme de transformación. Unanse y piensen un problema a la vez”, dijo ante el auditorio.
Para ella, “las mujeres de Sudamérica tienen un gran desafío, dedicar un poco de su tiempo para estar juntas y pensar soluciones locales, con sus recursos, para hacer la transformación de aquello que es prioridad en su territorio, deben hacer lo que puedan en su entorno y después compartir las soluciones con las otras mujeres de otros lugares”, porque en definitiva “tenemos todas los mismos desafíos”.
Según Marita González de María, que entre otras cosas es presidente de la Sociedad Fomento de Cerros de Vera y referente de diferentes instituciones de Uruguay, como productora de ovinos y vacunos, remarcó el valor de “premiar, reconocer a las mujeres rurales, que por lo general se sienten cansadas, que viven situaciones de injusticia, a pesar de estar las 24 horas pendiente de su trabajo, de su familia, quizá en situaciones de educación no favorables. Las mujeres tienen una múltiple tarea”. Por eso “el desafío es lograr cierta unión, conseguir mejores políticas públicas”. Ella lo expone desde la experiencia de haber gestionado en su país el Plan Nacional de Género Agropecuario y de Agricultura Familiar.
“Identificar lo que necesita aquella persona que vive en el medio rural, tratar de llegar a una relación entre los gobiernos y la sociedad para desarrollar las políticas públicas. Si bien las personas son diversas y también las producciónes, los problemas son siempre los mismos, salud, educación, caminos, créditos. La única manera de resolverlo es que cada decisión se traslade en una ley, en un papel, pero siempre a partir del involucramiento y de la unión de las mujeres, no sólo para compartir vivencias, sino para accionar sobre las políticas públicas”.
Finalmente, Luz Haro, a sus 75 años y con el encanto de su acento ecuatoriano, logró llegar con un mensaje acertivo, a partir del esfuerzo de años de producir la tierra y a la vez de luchar por los derechos de millones de mujeres en su situación.
Desde los ´90 soñó con conseguir el “Decenio de las Mujeres Rurales”. La idea se concretó el pasado 23 de junio de 2023, cuando la Organización de Estados Americanos, a través del Estado Panameño lo declaró “por los años de exclusión y olvido, para todas las mujeres y niñas de los entornos rurales de las Américas, hasta 2034”.
El 17 de abril de este año se lanzó el Día Interamericano por los Derechos de las niñas, adolescentes y mujeres rurales, con lo cual aspira a seguir trabajando para que la Organización de Naciones Unidas alguna vez tome el tema, para abarcar a todo el mundo.
“Esto permite que el decenio aterrice en las Américas, en la ruralidad más profunda, para conquistar derechos. Que este decenio sirva para incidir, para que las mujeres puedan ser mayormente propietarias de la tierra, que haya créditos blandos para dinamizar la economía de la pequeña y mediana producción, para que el campo siga abasteciendo de alimentos sanos para la humanidad”.
Dijo concretamente que “este es el momento para que los gobiernos de distintos niveles comprendan, entiendan, que este decenio tiene que impulsarlos a bajar a la ruralidad con bienes y servicios de calidad, con educación, con salud, para que seguir alimentando al mundo. Hace falta inversión en la ruralidad, porque si no se quedan sólo planificando lo urbano”.
Las mujeres tienen que fortalecer su mirada y espíritu. “Somos las guardianas de la vida, de la alimentación y del cuidado de los recursos naturales. Eso tiene que ir de generación en generación, para que las niñas de hoy no tengan que migrar a futuro por falta de atención y falta de oportunidades. Son las heroínas invisibles, que merecen atención y las organizaciones sociales tenemos que agarrar este decenio como un instrumento que permita dinamizar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sustentable, a partir de un mapa de actores y estrategias, para poder incidir de abajo hacia arriba, para el bien de la humanidad”.
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